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Los musulmanes se presentaron en el valle del Ebro en la primavera de 714, tres años después de desembarcar en Gibraltar. Antes habían asegurado su retaguardia sometiendo Córdoba, Sevilla, Mérida y Toledo. La ocupación del territorio pasaba por el dominio de los centros urbanos más importantes del reino visigodo, y Zaragoza era uno de ellos.
La entrada de los musulmanes en Zaragoza se debió de producir de modo pacífico. La población ya sabía que los invasores no tardarían en aparecer y la mayor parte decidió someterse sin resistencia. Algunos nobles visigodos y altas dignidades eclesiásticas fueron los únicos que huyeron buscando refugio entre los clanes indígenas de las montañas del Pirineo.
No hay datos de cómo se produjo la ocupación del valle del Ebro, pero es probable como ocurrió en otras regiones, que la mayoría de la población, que había estado sometida a los visigodos, contemplara a los nuevos señores con indiferencia, e incluso, como en el caso de los judíos , con cierta aquiescencia, pues en cierto modo el dominio musulmán suponía para ellos una esperanza de mejora frente a la persecución a que habían estado sometidos en las últimas décadas. Sólo hay documentada una cierta resistencia en la ciudad de Huesca
.
Los musulmanes iniciaron un acelerado proceso de islamización. Comenzaron por arabizar algunos nombres y habilitar mezquitas . El proceso de islamización se aceleró gracias a la concesión de enormes facilidades para todos los que se sumaron a la comunidad musulmana.
Cuando las guerras civiles y las divisiones internas en el islam andalusí provocaron el final de la expansión, las tierras del Ebro se convirtieron en un territorio fronterizo, la llamada Marca Superior o Frontera Superior (al-tagr al-ala), donde se establecieron importantes contingentes de yemeníes
, sobre todo del linaje de los tuyibíes
, que fundaron Calatayud
y Daroca
.
La Marca Superior mantuvo durante largos períodos su independencia con respecto a Córdoba, donde se asentó el gobierno de Al-Andalus, incluso después de la entronización de la dinastía omeya en 756.
Los tagarenos (habitantes de la Marca Superior) no dudaron incluso en buscar la alianza con Carlomagno , a fin de que les protegiera de los afanes anexionistas de Córdoba. El mismísimo Carlomagno, rey de los francos, se presentó con un poderoso ejército ante Zaragoza. Carlomagno esperó en vano a que se cumpliera lo pactado, pero los zaragozanos se negaron a ello. Persuadido de la imposibilidad de ocuparla al asalto, no tuvo más remedio que levantar el campamento y regresar a Francia. Fue entonces cuando la retaguardia del ejército carolingio sufrió una emboscada y fue derrotada en la batalla conocida como de «Roncesvalles
», episodio que más adelante dará origen al famoso Cantar de Roldán
y a otros poemas épicos medievales, en los que Zaragoza juega un papel muy destacado.
Desde entonces Zaragoza se convirtió en punto de apetencia de las distintas facciones y bandos políticos que pugnaban por el control del poder en la Marca Superior. Fueron éstos años de traiciones, revueltas e intrigas, en una permanente tensión entre los partidarios de la independencia y los defensores de la unidad bajo la supremacía de los emires omeyas cordobeses.
En 929, Abdarrahman III se había proclamado califa en Córdoba y en su nueva condición exigió sumisión total a los señores de las Marcas. Zaragoza, se sintió con las fuerzas suficientes como para romper el vasallaje que lo sometía a Córdoba y se sublevó en 934. Si el flamante Califa quería sentar su autoridad no podía dejar esta revuelta sin castigo, y en la primavera de 935 realizó una campaña contra Zaragoza. Tras el invierno, Abdarrahman III regresó ante Zaragoza, pero la ciudad resistió el segundo asedio. Abdarrahman III regresó en 937 con mucha mayor fuerza. El Califa
estaba dispuesto a tomar la ciudad al asalto y a no levantar el sitio hasta que se rindiera. Zaragoza sucumbió en noviembre del 937 y toda la Marca Superior se reintegró a la obediencia del Califa.
Pero a comienzos del S. XI el Estado cordobés se descompuso y las provincias de Al-Andalus pugnaron por su independencia. La primera en lograrlo fue la Marca Superior. Hacia 1013 la situación en Al-Andalus era tremendamente convulsa; varios príncipes se disputaban el trono califal buscando apoyos tanto entre la poderosa aristocracia árabe cordobesa como entre los linajes más influyentes del resto de Al-Andalus.
Aprovechando la confusión, logró hacerse con el poder en Zaragoza un arrojado soldado llamado Mundir , miembro de una rama de los tuyibíes. Logró algunos apoyos y en 1013 recibió el gobierno de Zaragoza, asentó su poder en toda la Marca Superior con tal modo y firmeza que en 1018 se sintió con la fuerza suficiente como para proclamar la independencia del nuevo reino de Zaragoza y convertirse en rey del primero de los reinos de taitas de Al-Andalus. Le sucedieron su hijo Yahya
(1023-1029) y su nieto Mundir II
(1029-1038).
Pero en 1038 una revuelta acabó con el gobierno de los tuyibíes, y tras un mes de caos y confusión se alzó con el poder Sulayman ibn Hud (1038-1047), miembro destacado de los Banu Hud
, una de las familias más influyentes y poderosas del reino.
Gobernó con acierto hasta que al final de sus días dividió el reino entre sus cinco hijos; el menor, Ahmad ibn Sulayman (1047-1082), sucedió a su padre en Zaragoza y se reveló el más ambicioso y no tardó en disputar a sus hermanos sus herencias. Incorporó las tierras de Tudela, Calatayud y Huesca y sólo Lérida se mantuvo independiente. Amplió su reino incorporando Tortosa en 1060 y Denia. También luchó contra los cristianos, a quienes derrotó en Graus (1063). Recuperó Barbastro en 1065 y fue recibido triunfalmente en Zaragoza; en recuerdo de esa victoria tomó el nombre de al-Muqtádir billah («el Victorioso por Dios») y construyó el palacio de la Aljafería
.
Pero ahí acabaron las glorias militares de Zaragoza, y para mantener su independencia, su rey pagó parias a pamploneses y castellanos; en 1069 al-Muqtádir pagaba mil monedas de oro al mes a Pamplona.
Le sucedió Abú Amir Al-Mutamin (1081/1082-1085), de corto pero brillante reinado, durante el cual contó con la ayuda de Rodrigo Díaz de Vivar
, que se convirtió en su más firme aliado, guerreando contra el rey de Aragón, el conde de Barcelona y el reyezuelo de Lérida, y convirtiéndose en el héroe de los musulmanes zaragozanos.
A Al-Mutamin le sucedió su hijo al-Mustain II (1085-1110), que tuvo que hacer frente a un asedio de Alfonso VI a su capital, Zaragoza, y a la creciente presión de los cristianos que conquistaron Monzón, Huesca, Barbastro y Ejea.
Su hijo Abd al-Malik sólo reinó cuatro meses con el pomposo título de ‘Imad al-Dawla («el Pilar de la Dinastía»). El 31-V-1110 los almorávides tomaban posesión de Zaragoza e ‘Imad al-Dawla se refugió con buena parte del tesoro real en el castillo de Rueda
, donde creó un pequeño señorío independiente. Pero los gobernadores almorávides Muhammad ibn al-Hayy
(1110-1115) e Ibn Tifilwit (1115-1117) tampoco lograron frenar el avance cristiano. En mayo de 1118, el rey Alfonso I
de Aragón decidía iniciar el asedio de Zaragoza; el 11 de junio se tomaba al asalto el castillo-palacio de la Aljafería; el 11 de diciembre se acordaban las capitulaciones para la rendición, y el 18 de diciembre, Alfonso I entraba triunfante en Zaragoza. En 1119 se conquistaban Tarazona, Borja y Soria, y al año siguiente Calatayud y Daroca. La Marca Superior era ya un territorio cristiano incorporado al emergente reino de Aragón
.
Conoce cómo ha influido la cultura musulmana en la personalidad de Aragón.
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