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(Arte ) Término que comprende una gama de acepciones bastante variada y de considerable extensión. No nos referiremos a su concepción puramente técnica, física o epistemológica, limitándonos a reseñar las principales obras de índole utilitaria que, en líneas generales, suelen llamarse ingeniería civil y obras públicas. Tales obras, cuyo adjetivo «públicas» se usa de modo restrictivo -ya que son asimismo públicas, no privadas, otras muchas obras, arquitectónicas e ingenieriles-, se realizaron con el objetivo de asegurar el vital abastecimiento de agua, tanto para necesidades de boca como de regadío -cisternas, acequias, acueductos, canales, embalses-, y por la necesidad de facilitar las comunicaciones: caminos, puentes, puertos, ferrocarriles y, últimamente, aeropuertos y autopistas. Desde fines del siglo XIX, los embalses sirven también para generar energía eléctrica. También aludiremos someramente a la infinita gama de instalaciones industriales contemporáneas.
• Obras hidráulicas:
Época romana: La cisterna es la obra más elemental de acumulación de agua: existen varias en Bilbilis Augusta y en la comarca de La Litera: Torre de Curto, Castellazo, San Sebastián. Diques o presas para regular el agua fluvial con finalidad de riego subsisten en Almonacid de la Cuba, Muel, Sádaba, Sofuentes, en los alrededores de Sariñena y, quizá para puerto fluvial, en Cabañas de Ebro. Los acueductos
fueron las obras hidráulicas más espectaculares en el mundo romano: destaca el de Los Bañales
, que arranca de un dique también romano; los restos del de Cella se atribuyen a romanos o árabes. Por ser asimismo obras hidráulicas hacemos mención de las termas
: destacan las de Los Bañales y de Arcobriga
(Monreal de Ariza), existiendo restos o noticias de otras, como la piscina -hoy anegada- de Tiermas
.
—Edad Media: Las obras de ingeniería hidráulica medieval están en Aragón menos estudiadas que las romanas. Hay abundantes noticias históricas de sistemas de riego en la época musulmana -confirmadas por la persistencia de las voces acequia, ador, alcantarilla, azud- que se prolongan sin solución de continuidad después de la reconquista en el siglo XII.
En la comarca de Zaragoza, la acequia de Urdán existía en el siglo XII, casi seguramente de origen árabe; la de Pina se cita en 1178, y la de Camarera en 1263. También son de origen musulmán algunas acequias que parten del bajo Jalón -La Almozara, Michén (Ricla) y Centén (Alagón)-, otras en los regadíos del Queiles y Huecha, y quizá una presa y acequias en Barbastro. En Monzón, la acequia vieja es anterior al siglo XIII, acaso árabe, y la de Paúles del XIII. En Tauste, el azud de Escorón data de 1248. En la Hoya de Huesca, la alberca de Loreto es del siglo XIII, el azud de Nueno de 1445, y la alberca de Cortés de 1501. En Caspe se citan acequias en 1414.
Hermosos acueductos subsisten en Camarillas y Calanda, respectivamente de arcadas apuntadas y semicirculares; otros son de época indefinida, como el del barranco de Alfántega, el de la citada acequia vieja de Monzón, y los de Sena y Campo.
—Edad Moderna: Tres de las más insignes obras de ingeniería hidráulica proceden del siglo XVI: el Canal Imperial de Aragón, el acueducto-viaducto de Teruel
y la Mina de Daroca
. El primero parte de la Acequia Imperial
, de época de Carlos V (1529) y se terminó a fines del siglo XVIII gracias a la voluntad de Ramón de Pignatelli
, lo cual se conmemora en la bella fuente de los Incrédulos en Zaragoza. Las otras dos fueron proyectadas por el francés Quinto Pierres Vedel: en Teruel trazó dos espléndidos órdenes de arquerías semicirculares, la superior para las aguas, la inferior para viandantes (1537-58); en Daroca taladró una montaña con un túnel abovedado en medio cañón, que mide más de un kilómetro, con el fin de desviar las aguas que inundaban la ciudad (1555-60).
De 1552 data la prolongación del canal de Tauste por territorio aragonés, que se había iniciado tres siglos antes en Navarra. En 1593 se construía en Caspe el azud de La Herradura. En 1687-1704 se levantó la presa de Arguis en un desfiladero natural, para regar la Hoya oscense, según proyecto de Francisco Artiga. En paraje similar se construyó la de Mezalocha, sobre el Huerva (1719). El pozo artesiano de Cella es una obra hidráulica singular, quizá única en España; ya existía en el siglo XII y se reconstruyó y engrandeció espléndidamente en 1729 por el italiano Ferrari, con un artístico estanque de forma elíptica, de 35 por 25 metros, y esclusas.
—Edad Contemporánea: Las seculares ansias de riego se intensificaron en los últimos lustros del siglo XIX por el genio de Joaquín Costa . Se adelantaron las Cinco Villas con los embalses de San Bartolomé
(Ejea, 1879) y Valdelafuén (Sádaba, 1889), y la Tierra Baja, con los de Escuriza
(Alloza, 1896) y Mezalocha
(1896-1906). En 1906 se inauguraba el canal de La Litera
, tan ansiado por Costa, y en 1903-13 se construía el pantano de La Peña
en el Gállego, el primero de la larga serie de grandes embalses aragoneses. También en el Alto Aragón se construyeron los de Belsué
(1903-18) y Ardisa
(1915-26), y en el Bajo Aragón los de Cueva Foradada
(Oliete, 1903-26), Moneva
(1909-26), Almochuel
(1914) y Gallipuén
(Alcorisa 1916-28).
En 1926 se fundó la Confederación Hidrográfica del Ebro , que canaliza desde entonces todas las posibilidades hidráulicas de la cuenca, incluido el aprovechamiento hidroeléctrico. Entre sus realizaciones destacan, al norte del Ebro: presas de La Sotonera
(1915-36, con dique de 3.860 m. de longitud). Barasona
(río Ésera, 1926-32), Yesa (río Aragón, 1934-60), Mediano
(1936-73) y El Grado
(1958-69) en el Cinca, Vadiello
(1971), Búbal
(1971), y en el Noguera Ribagorzana, divisoria catalano-aragonesa, las de Santa Ana
(1961), Canelles
y Escales
; en cuanto a sistemas de riego, destacan el canal de Monegros
-con el espectacular acueducto de Tardienta, de 836 m. de longitud- el de Bardenas
-con el acueducto de Onsella- y el del Cinca, con los acueductos de Terreu y Pertusa. En el curso del Ebro se inauguró en 1973 la grandiosa presa de Mequinenza
. Al sur del Ebro destacan las presas de Santolea
(río Guadalope, 1927-32), Las Torcas
(Tosos, 1930-46) y La Tranquera
(Nuévalos, 1952-60), y el sistema de riegos de Singra.
Los distritos más meridionales de la provincia de Teruel pertenecen a la Confederación Hidrográfica del Júcar . Destacan los embalses de Los Toranes
(Albentosa, 1954) y del Arquillo
(río Guadalaviar, 1960).
• Vías de comunicación: Época romana: Debemos a los romanos la primera red de caminos en toda España (vías romanas ), vigente hasta tiempos relativamente recientes (siglo XVIII). Los miliarios
, las mansiones y algunos puentes (la mayoría rehechos) han ayudado a identificar las calzadas que conocíamos por los Itinerarios escritos. Los más notables de los puentes romanos
se encuentran en Luco de Jiloca y Calamocha, y también se consideran de entonces los de Triste (anegado bajo el pantano de La Peña), Villacantal (río Vero, próximo a Alquézar), Fornillos (río Flumen), Abiego (río Alcanadre), Olvena (río Ésera), restos del de Celsa (Velilla) y, quizá, sillares del controvertido puente de Piedra en Zaragoza. La mayoría de aquellos puentes adoptan la forma de «lomo de asno».
—Edad Media y Moderna: El largo capítulo de puentes aragoneses levantados durante estas edades es una de tantas facetas en espera de análisis serios. Los más característicos se encuentran en el Alto Aragón e imitan a los romanos hasta en la forma antes citada: muy notables, y con varios arcos, son los de Capella (río Isábena), Graus y Besiáns (río Ésera), Anzánigo (río Gállego) y Jaca (río Aragón), y otros interesantes existen en Buera (río Vero), Perarrúa (Ésera), Fiscal y Boltaña (Ara), Laspuña y Mediano (Cinca), Serraduy, Beranuy y Obarra (Isábena), Pedruel (Alcanadre), Sipán (Guatizalema), Sopeira, Sallent, Escarrilla, Añisclo, otro en Jaca, etc. En las tierras llanas del centro suelen ser de mayor longitud y con varias arcadas, frecuentemente apuntadas: Ballobar y Villanueva de Sijena (Alcanadre), Valderrobres (Matarraña), Zaragoza (puente de Piedra), Castelserás y Masatrigos (Caspe, río Guadalope), Épila (Jalón). En las serranías turolenses destacan los de Miravete de la Sierra, Pitarque, Albarracín y Rubielos de Mora. En Teruel, los puentes del Cubo y de San Francisco están fechados en 1517 y 1540, respectivamente.
—Edad Contemporánea: Las carreteras españolas gozaron de gran atención desde el reinado de Carlos III y desde la creación del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos a comienzos del siglo XIX. Numerosos puentes de masonería (piedras unidas por mortero) pertenecen a los siglos XVIII-XX.
A mediados del siglo XIX se inicia en España la era del ferrocarril . En 1862 llegaba a Zaragoza el primer tren, y casi todas las líneas existentes en Aragón se construyeron durante las cuatro últimas décadas del XIX. Nuevas formas de ingeniería, características e inconfundibles, forman ya parte del paisaje urbano y natural, con acusado empleo del hierro: estaciones, depósitos de locomotoras, puentes. Entre las primeras destacan las
de Zaragoza-Arrabal (1862), Zaragoza-Campo Sepulcro (1895) -sustituida por la del Portillo en 1972, también de hierro, y en concepción actualizada- y Canfranc (1928). A esta especie de nueva «Edad del Hierro» pertenecen notables puentes de celosía que podemos agrupar en dos tipos: de tramo recto y de arcos atirantados. Del primero destacan el del Matarraña (Nonaspe), los dos del pantano de La Peña (carretera y ferrocarril) y varios del ferrocarril en el Jalón. Del segundo, los de carretera en Zaragoza (del Pilar y del Gállego) y Gallur.
El hormigón armado sustituyó rápidamente al hierro en los puentes desde la segunda década del siglo XX. Uno de los más antiguos y bellos es el nuevo viaducto de Teruel (1929), con arco central de 79 m. de luz. Casi todos los existentes son posteriores a 1939: merecen citarse por su longitud los del Cinca -Monzón (dos), Fraga (dos) y Estada- y los del Ebro: Gelsa, Sástago, Caspe, Mequinenza, Pina y Alagón. Las nuevas técnicas del hormigón pretensado se han aplicado en el puente de Santiago en Zaragoza (1967) y en los de la autopista que cruza el territorio aragonés desde Mallén a Fraga, destacando los puentes de Zaragoza y Fraga.
El aeropuerto de Zaragoza es la única obra importante en este campo tan específico de la ingeniería civil.
• Instalaciones industriales: La revolución industrial, que caracterizó a los países europeos más adelantados durante el siglo XIX, estuvo ausente en la mayoría del territorio español, Aragón incluido, y sólo a fines del siglo se inició una moderada industrialización , excesivamente localizada en Zaragoza y muy intensificada durante los últimos lustros. A falta de aquellas concentraciones industriales decimonónicas, un reflejo de la «era del vapor» se advierte todavía en las elevadas chimeneas e instalaciones diversas de las azucareras
—Zaragoza, Alagón, Épila, Terrer, Luceni, Puebla de Híjar, Santa Eulalia del Campo, etc.-, hoy cerradas en su mayoría, y de numerosas fábricas de harinas, aceites, textiles, etc. En las zonas mineras, las torres de extracción ponen su nota inconfundible en el paisaje: Utrillas, Escucha, Andorra, Ojos Negros. La moderna industria química, con sus variopintas estructuras, caracteriza ya el paisaje de Sabiñánigo, Monzón y La Zaida. La producción de energía eléctrica se concentra en centrales de gran potencia, bien en las hidroeléctricas, antes citadas, bien en las térmicas, con gigantescas chimeneas -Escatrón, Aliaga, Andorra, Escucha-, y los inmensos parques de transformación, adjuntos a todas ellas y en las afueras de las principales ciudades, así como las líneas de alta tensión con sus elevados castilletes, son nuevas aportaciones al capítulo de obras de ingeniería.
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La relación que mantiene el río Ebro con los aragoneses durante toda su historia.
Presa romana de Almonacid de la Cu...
Acueducto de los Arcos en Calanda ...
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