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(Hist. Contemp.). La segunda guerra mundial (1939-1945) vio nuevamente a España como país no beligerante. En cuanto a sus consecuencias para Aragón , debemos señalar que, desde el punto de vista económico, la región atraviesa una situación semejante a la del resto de España, situación de desequilibrio, hambre y racionamientos, dentro de un modelo económico que perdurará hasta después de finalizada la contienda mundial y que conocemos bajo el nombre de autarquía
.
Desde el punto de vista social y político, si en el conflicto europeo se proyectan los temores y las expectativas de los españoles contendientes, acuciando las esperanzas de unos y la represión por parte de los vencedores, en Aragón esto se refleja con mayor crudeza, pues el territorio había sido escenario durante muchos meses de los más violentos combates de la guerra civil y, por otra parte, Aragón es frontera de uno de los países beligerantes, Francia. En efecto, mientras «por la ciudad campaban las pistolas, las bandas de fascistas
sembraban el terror por todas partes y la cárcel de Torrero era insuficiente para encerrar a los miles de presos políticos que, cada día salían al amanecer para ser fusilados» -en testimonio del que fue vicecónsul honorario de Inglaterra en Zaragoza- «la proximidad de los alemanes en la frontera francesa hizo que Zaragoza fuera un punto clave del espionaje internacional». Al parecer, por la frontera aragonesa
penetraban desde Francia los elementos de la Résistence o de los aliados, para buscar o evacuar información bélica, cuando caían detenidos, bien eran devueltos a los alemanes, bien encarcelados en Jaca
, Huesca
o Zaragoza
, o internados en el campo de concentración instalado en San Juan de Mozarrifar
(Z.). Según la misma fuente, el jefe del servicio secreto nazi, almirante Wilhelm Canaris, estuvo varias veces en la capital de Aragón, y el zaragozano paseo de la Independencia vio desfilar en su honor tropas alemanas acantonadas en la frontera hispanofrancesa.
Mientras tanto, al otro lado de la frontera, en el país vecino, miles de exiliados aragoneses vivían la pesadumbre de los campos de concentración o del trabajo como prestataires, o intentaban la partida a otros países. Cuando, en junio de 1940, el mariscal Pétain firma el armisticio que consagra la existencia de dos Francias -la ocupada y la «libre»-, comienza el largo episodio de la Résistence, de los sabotajes y atentados contra los alemanes y los «colaboracionistas» de Vichy, el maquis
cuyas filas engrosan cientos de aragoneses para quienes la lucha contra el Eje no es sino continuación de la batalla librada en su propio país; muchos dejarían allí su vida -es el caso de Sebastián Banzo (hijo del que fuera alcalde de Zaragoza
y diputado republicano), detenido en Rennes en el invierno de 1943 y deportado a Mauthausen, los avatares de sus compañeros en este campo de concentración alemán los ha contado otro aragonés, Mariano Constante
-; otros vivirán allí una experiencia fundamental para el retorno a la lucha en su país, en el maquis
español. Cuando las tropas aliadas toman París (en junio de 1944), uno de los primeros tanques que pisan la ciudad liberada tiene nombre aragonés y va conducido por veteranos de la guerra española: «Teruel».
Un nuevo estado totalitario surge tras la fractura de la Guerra Civil. Conoce su evolución en Aragón.
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