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Contenido disponible: Voz creada para GEA Online el 20/04/2010 | Última actualización realizada el 22/04/2010
Aragón es una de las comunidades autónomas que vive con más arraigo la Semana Santa. Durante estos días, multitud de procesiones y pasos desfilan por las calles de los municipios de este territorio, siendo reconocida esta fiesta en muchas localidades como de Interés Turístico. A pesar de que las más conocidas son las del Bajo Aragón
y Zaragoza
, existen otras zonas de la geografía aragonesa donde se llevan a cabo toda una serie de actos religiosos cuyo origen se remonta a la Edad Media.
El retumbar de los tambores y los bombos ha convertido la Semana Santa del Bajo Aragón en una de las más espectaculares del territorio. Alcañiz , Alcorisa
, Albalate del Arzobispo
, Andorra
, Calanda
, Híjar
, La Puebla de Híjar
, Samper de Calanda
y Urrea de Gaén
son los ocho municipios que forman la ruta del Tambor y el Bombo
. En cada uno de estos pueblos miles de cofrades empiezan a tocar en la conocida "Rompida de la Hora", entre el Jueves y el Viernes Santo. A partir de este momento, comienza un ritual que finaliza la tarde del Sábado Santo cuando todos los tambores y bombos dejan de tocar al unísono.
A pesar de que el denominador común de todos estos municipios es el estruendo del tambor y el bombo, algunos de ellos también destacan por llevar a cabo diversos actos religiosos con características propias. En Albalate del Arzobispo existe la antigua cofradía de los Alabarderos, encargada de marcar el paso solemne de las procesiones, mientras que en la localidad de Alcorisa se celebra "El Drama de la Cruz", una representación teatral llevada a cabo en el Monte Calvario donde participan más de 500 vecinos y en Samper de Calanda se saca el paso de "El Cristo de la Cama", una escultura articulada que guarda una bonita historia, la del pueblo que con la madera de un ciprés derribado por el viento contribuyó a la realización de su Cristo.
Zaragoza también vive durante estos días su particular Semana Santa, una de las más multitudinarias de todo el territorio aragonés. Para encontrar las primeras referencias históricas de esta fiesta hay que remontarse hasta el siglo XIV, cuando recorría las calles de la ciudad una pequeña procesión que salía del convento de San Francisco, en la que se integraba el Santo Entierro. Más tarde, se incorporó la Procesión de la Hermandad de la Sangre de Cristo, una asociación benéfico - religiosa dedicada a enterrar a los fallecidos desamparados en la ciudad y a acompañar a los reos de muerte desde su última noche hasta el sepelio. A lo largo de su trayectoria la Semana Santa ha ido incorporando cofradías, estandartes, cruces, pasos y también sonidos. En 1940 las calles de la capital oyeron por primera vez el retumbar de los tambores y los bombos de la mano de la cofradía de las Siete Palabras, que introdujo estos instrumentos en su entidad. A partir de ese momento, fueron muchas las hermandades que empezaron a introducir sonido a sus pasos con la ayuda de cornetas o instrumentos, originarios de este territorio, como: las matracas y las carracas.
En la actualidad salen en procesión más de 15.000 cofrades pertenecientes a 23 cofradías. La primera de las procesiones sale el sábado desde la Iglesia de Santa Isabel de Portugal. El resto de los días, las cofradías salen por separado haciendo distintos recorridos que transcurren por todos los barrios zaragozanos. Sin duda el día grande es el Viernes Santo con la procesión del Santo Entierro, un momento en el que todas ellas se unen para sacar al mismo tiempo todos los pasos que representan las distintas escenas de la Pasión.
En 1995 el Gobierno de Aragón se hizo eco de la participación y la tradición de la fiesta por eso la declaró "Fiesta de Interés Turístico de Aragón". En 2001 se dio un paso más y ya en el ámbito nacional la Semana Santa de Zaragoza pasó a ser "Fiesta de Interés Turístico Nacional".
Más personal y menos multitudinaria es la Semana Santa de Teruel , también considerada Fiesta de Interés Turístico. Sus ocho cofradías, la más antigua se remonta al siglo XV, son las encargadas de sacar en procesión los catorce pasos desde el Domingo de Ramos al de Resurrección. Entre todas las procesiones destaca la del Viernes Santo por su solemnidad, pero también porque al alba las figuras de Jesús Atado a la Columna y de la Virgen de la Esperanza se dirigen hasta el centro penitenciario, donde llevan a cabo la ya habitual petición de indulto. Como no podía ser de otra manera, en la capital de la provincia el sonido de los tambores y bombos, originarios de este territorio, también cobran gran protagonismo en las procesiones. Además, como tradición para estas fechas es frecuente que el martes siguiente al Domingo de Resurrección se celebre el llamado "Sermón de las Tortillas". Se trata de una costumbre campestre que se remonta a tiempos de la Reconquista.
Días antes del comienzo oficial, Huesca vive la Semana Santa, declarada Fiesta de Interés Turístico de Aragón, con la representación teatral de La Pasión, llevada a cabo desde hace más de 60 años por la Asociación de Antiguos Alumnos Salesianos de Huesca, que realizan una pequeña escenificación de las últimas doce horas de vida de Jesucristo. Sin embargo, el pistoletazo de salida a los actos religiosos de la capital altoaragonesa se lleva a cabo con la lectura del pregón en la Iglesia de Santo Domingo y San Martín. A partir de este momento, la ciudad acoge toda una serie de procesiones encabezadas por la veintena de cofradías oscenses, entre las que destaca la de Los Gitanos, de reciente creación, que incluye entre sus miembros a 24 costaleros que portan a hombros su paso.
Alejados de las grandes urbes, los pueblos también cuentan con su particular Semana Santa. Además de las procesiones comunes a todos ellos donde se refleja la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, algunos municipios llevan a cabo una serie de actos cuyo origen se remonta a la Edad Media. Es el caso de Calatayud y Ateca
donde la procesión del Santo Entierro adquiere un carácter histórico. Los pasos de este desfile están precedidos por una comitiva de personajes bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento, representados por vecinos de los municipios. En Ateca, además, esta procesión está encabezada por un esqueleto con guadaña que se denomina "la muerte de Ateca", que salió por primera vez en el paso en 1661. Finalmente, en ambas localidades, la procesión termina con el Sellado del Sepulcro, representación del cierre del ferétro de Jesucristo. Esta última escena también se lleva a cabo en la Semana Santa de Tarazona
, donde la guardia pretoriana, vecinos ataviados de soldados romanos, escenifican el cierre del sepulcro.
La procesión de la Vera Cruz es el plato fuerte de la Semana Santa de Caspe . La noche del Viernes Santo las calles del municipio caspolino acogen esta procesión, cuyo paso contiene una de las piezas de mayor tamaño que existen de la cruz donde fue crucificado Jesucristo. Esta reliquia llegó a la localidad de la mano de Juan Fernández de Heredia
, de la Orden de San Juan de Jerusalén, que la donó al fundar el convento de San Juan.
En los años 50 la Semana Santa de Valderrobres se afianzó con la formación de las cofradías del Santo Entierro, compuesta por hombres, y la de la Soledad de la Virgen, femenina. Estas dos entidades consiguieron revitalizar los actos religiosos de este municipio turolense, en ese momento, en decadencia. Con la introducción del tambor y el bombo, herencia llegada de la próxima comarca del Bajo Aragón, jóvenes y niños pasaron a formar parte de estas hermandades. Entre sus actos religiosos destaca la procesión del Santo Entierro, donde aparece todos los años un nazareno con los pies encadenados y cargando sobre sus hombros una cruz de madera, en representación de Jesucristo.
Por su parte Barbastro ha visto como en los últimos años su Semana Santa se ha convertido en una de las más multitudinarias con la participación de casi 2.500 cofrades, que consiguen que la procesión del Santo Entierro, cuando desfilan con todos los pasos las cofradías, se convierta en una de las más espectaculares del territorio aragonés y, por ello, sea declarada Fiesta de Interés Turístico.
En la localidad de Castejón de Monegros se celebra durante la Semana Santa el acto del "Abajamiento" o el "Descendimiento" del Cristo. La fiesta comienza la noche del Jueves Santo, con la celebración de la Santa Cena, el lavado de los pies y la conformación del monumento donde dejarán la figura de Cristo. Este monumento es custodiado por un grupo de soldados hasta la hora santa. En ese momento los tambores anuncian la muerte de Cristo por las calles del pueblo. La jornada del viernes comienza con el canto del Miserere. Se sale en procesión hasta la Ermita del Hospital para recoger a Cristo y trasladarlo hasta la parroquia, donde por la tarde será crucificado. Esta figura de Cristo es una escultura del siglo XVII que está articulada, igual que la cama que lo transporta. La imagen de la Dolorosa, que acompaña al Cristo en la procesión del Santo Entierro, también es articulada.
Sin embargo, el momento culminante se produce a las nueve de la noche cuando se produce el "Abajamiento", una tradición que data del siglo XVII. Los cofrades de la Sangre de Cristo desclavan a Jesús de la Cruz y le desprenden de los elementos hirientes como la corona de espinas. La emotividad de la escena aumenta gracias al gran realismo que se consigue por los brazos articulados del Cristo y las lágrimas que brotan de la cara de la Virgen.
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Seccion 8, Hoja Z-27296, Folio 130. CIF: B-50849983