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El origen de las actividades financieras en Aragón es tan antiguo como el propio reino. En un principio, y teniendo en cuenta que las circunstancias económicas y políticas propiciaban un régimen de economía cerrada, fueron los monasterios
enclavados en los valles pirenaicos quienes iniciaron la concesión de determinados préstamos
a los habitantes de sus zonas de influencia. Más tarde, y con el avance de la reconquista
hasta el valle del Ebro, la actividad económica
se diversifica, siendo los mercaderes y cambistas quienes asumen lentamente el papel de intermediarios financieros, al admitir depósitos de determinados objetos de valor por los que conceden un pequeño interés, inferior desde luego al que obtendrán posteriormente con la concesión de créditos.
Sin embargo, serán las órdenes militares entre las que destacan los Hospitalarios y sobre todo los Templarios y las comunidades judías
—principalmente la de Zaragoza
, las que realizarán de una manera muy perfeccionada numerosas actividades de tipo financiero, sobre todo durante los siglos XIII y XIV. Por lo que se refiere a las primeras, la magnitud de las posesiones que constituían sus patrimonios y los depósitos que les eran confiados les proporcionaban una gran solidez económica, que era la base para el establecimiento de múltiples operaciones de carácter bancario, sobresaliendo sobre todas ellas los contratos de préstamo con los reyes
, la nobleza
y la burguesía
. En cuanto a los judíos, que obtienen dinero mediante depósitos primero, y por medio de censales y violarios después, es preciso señalar que su posición de prestamistas privilegiados les confirió un gran predicamento en todos los órdenes de la vida económica y política. Esta situación de creciente poder de los banqueros tendrá una indudable influencia en la disolución de los Templarios, y en la persecución y expulsión de los judíos posteriormente.
En el siglo XVI se inicia en Zaragoza el funcionamiento de una especie de banco municipal la Tabla de los Comunes Depósitos, instalada en la Lonja Consistorial en 1551, que llega a adquirir gran prestigio como entidad financiera; guardaba en sus cajas los fondos del municipio y depósitos de particulares, pero no los de los comerciantes. Éstos, junto con diversos banqueros y cambistas, serán los causantes del declive de la Tabla, hasta propiciar su desaparición en el último cuarto del siglo XVII.
Posteriormente, y hasta la aparición de la banca moderna aragonesa, alcanzará gran apogeo todo un conjunto de instituciones económico-benéficas, tales como los pósitos, montepíos y montes de piedad. Las dos primeras aparecen como instrumento de ayuda a los agricultores, a quienes proporcionan préstamos en especie o en dinero; los montes de piedad se dedican a la concesión de préstamos con garantía de determinados objetos de valor, que quedan como prenda en posesión de la institución hasta la devolución del dinero prestado.
Se conocen los nombres de las primeras casas de banca abiertas en Zaragoza después de los estragos causados por la guerra de la Independencia
: fueron las de Serrate y Guillén, Ballarín y Nadal, José Rufino Vidal, Manuel Garriga y Román González; pero este tipo de actividades es de difícil estudio, ya que por ser banqueros individuales no estaban sujetos a obligaciones contables, que afectaban únicamente a las sociedades anónimas.
Por esto, la primera entidad financiera moderna en Aragón es la Caja de Descuentos de Zaragoza , constituida como sociedad anónima en 1845 con un capital de cinco millones de reales de vellón y dirigida por Juan Bruil
; tras su conversión primero en Banco de Zaragoza
y luego en Banco de Crédito de Zaragoza
, es necesario esperar a 1906 para que se constituya en Aragón una nueva entidad financiera: el Banco Aragonés de Seguros y Crédito, que en sus primeros años está dividido en dos secciones (la de banca y la de seguros) y que con posterioridad adoptaría el nombre de Banco Aragonés de Crédito; su capital fundacional fue de 1.250.000 pts., y su primer presidente Carlos Vara Aznárez.
Cuatro años después, en 1910, nacerían los dos bancos aragoneses que tendrán posteriormente una mayor importancia (el de Aragón y el Zaragozano
), contribuyendo así a la configuración de Zaragoza como una de las principales plazas financieras españolas, como lo demuestra el hecho de que, en 1927, los cuatro bancos domiciliados en Zaragoza (Zaragozano, Aragón, Agrícola de Aragón y Aragonés de Crédito), a través de sus 156 sucursales, canalizaban un montante de recursos totales de 20.108,8 millones de pts., que equivalía al 2,8% de los recursos totales de la banca.
Después de 1939, entró en vigencia el statu quo bancario, en virtud del cual se congelaba la situación existente en cuanto al número de bancos que había en 1936 (prohibiéndose por tanto la creación de nuevas entidades), a la vez que comenzaba en el sistema financiero español un proceso de absorciones bancarias cuyos principales beneficiarios iban a ser los cinco grandes bancos privados (Banesto, Hispano, Central, Bilbao y Vizcaya), y que tendrá como consecuencia para la banca aragonesa la desaparición de la mayor parte de sus componentes. A medida que la banca regional pasaba a integrarse en la banca nacional se perdía la posibilidad de controlar desde la región el destino de los recursos captados, y así en el año 1973, mientras el único banco regional superviviente captaba fuera de la región 14.000 millones de pts., la banca nacional obtenía 40.000 millones de pts. de recursos ajenos en Aragón.
Las absorciones de bancos aragoneses comienzan en 1947, al desaparecer el decano de la banca regional, el Banco de Crédito de Zaragoza; sería también el Banco Central el que absorbería en 1968 al Banco Agrícola de Aragón, y en 1970 al Banco de Aragón; entretanto, el Banco Aragonés de Crédito había sido también absorbido en 1968 por el Mercantil e Industrial. Intentos posteriores de crear un banco industrial con capital aragonés como fue el caso de Banco del Ebro no llegarían a prosperar: la razón del fracaso de ese proyecto hay que buscarla en la tardanza de los promotores, que, en lugar de aprovechar con rapidez las posibilidades de la Ley de Ordenación Bancaria de 1962, dejaron transcurrir el tiempo y pasaron a engrosar la lista de 35 bancos que esperaban su autorización. Ante esta nueva situación, el Ministerio de Hacienda endureció las condiciones exigidas para la apertura de nuevos bancos, y los promotores del Banco Industrial del Ebro, que debería haber nacido con un capital social de 1.950 millones de pts., retiraron la solicitud de creación en 1974.
En la década de los ochenta, y especialmente durante los noventa, hemos asistido a un intenso proceso de fusión de entidades bancarias tendente a crear entidades más competitivas en un entorno económico internacionalizado. Las fusiones más recientes han sido la creación del B.S.C.H., mediante la fusión del Banco de Santander y el Central Hispano, y la creación del B.B.V.A., unión del Banco Bilbao Vizcaya y Argentaria. Simultáneamente a la concentración de estas entidades bancarias nacionales se ha producido la llegada de un buen número de entidades bancarias extranjeras, especialmente procedentes del ámbito de la Comunidad Europea.
Los datos de 1999 reflejan que el volumen de recursos captado por la banca privada en la región aragonesa es superior a los 12.000.000 millones de euros (ahorro ) de los cuales el 66% corresponde a las Cajas de Ahorro y el resto a los Bancos y Cooperativas de Crédito. Las Cajas de Ahorro son las que en mayor medida han aumentado su número de sucursales y captado mayor número de depósitos en la región aragonesa en los últimos años. De forma inversa a lo que ha ocurrido en Aragón, en el conjunto estatal los bancos han experimentado una implantación mayor.
En cuanto a los créditos y depósitos, en Aragón los créditos representan el 2’7% del conjunto estatal mientras que los depósitos representan el 3’15%, lo que refleja una mayor capacidad ahorradora de nuestra Comunidad, o seguramente una menor capacidad inversora. Por provincias es Teruel la que presenta una mayor proporción de depósitos en relación a los créditos solicitados.
Un dato fundamental para conocer cuáles son las consecuencias que para Aragón tiene el funcionamiento del sistema financiero sería el conocimiento real de las inversiones que en Aragón realizan las diversas entidades; sin embargo, esto resulta prácticamente imposible, dada la dificultad de disponer de estadísticas fiables acerca del destino geográfico de las inversiones bancarias, por lo que sólo puede llevarse a cabo una aproximación; ésta ha permitido estimar que, del volumen de ahorro generado en Aragón, se trasvasa a otras regiones en torno a su tercera parte.
Tras los procesos de fusiones el Banco Santander Central Hispano (BSCH) es la entidad que tiene un mayor número de sucursales abiertas en Aragón (232 a finales de 1998), seguido a cierta distancia por el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) con 161 sucursales. Sin embargo la presencia de estos bancos es notablemente inferior a las Cajas (Datos del año 2000): 420 Ibercaja , 184 la CAI
y 82 la Caixa. También es de destacar la presencia de las Cajas Rurales
Provinciales con 94 sucursales la de Zaragoza, 109 la del Jalón, 127 la de Huesca y 61 la de Teruel.
• Bibliog.:
Lacarra y de Miguel, J. M.ª: «Aragón en el pasado»; Aragón, tomo I, Zaragoza, 1960.
Biescas Ferrer, José Antonio: Introducción a la economía de la región aragonesa; Zaragoza, 1977.
Biescas Ferrer, José Antonio: «Origen y desarrollo de la Banca Moderna en la región aragonesa»; en Cuadernos de Historia Económica de Cataluña, diciembre, 1976.
Situación Económica y Social de Aragón, Informe del C.E.S.A., Zaragoza, 1998.
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