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Se denominó así a las distintas jornadas de trabajo que más o menos regularmente celebraron concejales, grupos políticos e interesados en el tema, sobre los problemas generales y más coyunturales con que debían enfrentarse los ayuntamientos en las primeras décadas del siglo XX. Su origen quizá esté en la celebrada durante el mes de febrero de 1906 en Zaragoza . A lo largo de los siguientes años, distintas localidades españolas acogieron tales asambleas o jornadas, volviendo Zaragoza a ser sede de una en 1918.
Si bien la de 1906 se celebró a iniciativa republicana, con la única participación de los municipios de la antigua Corona de Aragón , en años posteriores fueron reuniones más amplias, tanto en el aspecto geográfico como en el político. Así, en la Semana Municipalista de 1920, celebrada en Barcelona, hubo, junto a la aragonesa, brillantes colaboraciones de los municipios valencianos, castellanos, andaluces y vascos; o en la zaragozana de mayo de 1918, en donde se elaboró el «Proyecto de Autonomía de la Comunidad de Ayuntamientos Aragoneses»; tuvieron destacada participación hombres como Juan Moneva
o Valenzuela La Rosa
, personalidades nada afectas al republicanismo. En general, estas actividades tuvieron como finalidad, no solamente plantear soluciones a los problemas municipales, sino también afirmar la personalidad regional de las entidades participantes.
Importante fue la Asamblea de 1906, entre otras cosas, por la personalidad de algún participante y por el significado político que encerró aquélla. En enero de 1906, Alejandro Lerroux , entonces en el seno de la Unión Republicana
que presidio Salmerón, publicó un llamamiento encareciendo la importancia de la asamblea de concejales republicanos por celebrar en Zaragoza. El documento lo apoyaba Costa
, que era su verdadero redactor, prometiendo la participación de las jornadas con la celebración de un mitin. De esta forma, y gracias al apoyo que representaba Costa, Lerroux y el radicalismo, ocupaban posiciones de fuerza en el seno de la formación republicana unitaria. La Asamblea se realizó durante los días 9, 10 y 11 de febrero en el teatro Pignatelli, y en ella tuvieron destacada actuación aragoneses como Marceliano Isábal
, ponente, o Miguel de Unamuno con un trabajo enviado desde Salamanca. Fue nombrado presidente Joaquín Costa, que vino secretamente desde Graus
, aunque no asistió a una sola sesión de trabajo, ejerciendo Lerroux tales funciones; Salmerón sería el presidente honorífico.
Hubo ponencias para los siguientes problemas: gobierno autonómico de los municipios; autonomía financiera de los mismos, con ponencia de Isábal; la municipalización de los servicios, en donde intervino Gascón y Marín , del Partido Liberal
; artículos de consumo y su control; problemas derivados de la desamortización
; situación de los funcionarios municipales; la enseñanza en el municipio; y el caciquismo
. Eran problemas con que debían enfrentarse los nuevos concejales republicanos que, como fruto de la política unitaria que por entonces practicaba ese sector político, eran mayoría en algunos ayuntamientos importantes de España.
Entre las conclusiones destacan: derecho a la autonomía municipal, hacienda municipal independiente de la provincial y nacional, tendencia a la municipalización de los servicios públicos, necesidad de un patrimonio municipal, batalla al caciquismo y jornada laboral de ocho horas para los trabajadores del ayuntamiento. El broche de la Asamblea lo constituyó el mitin en donde Costa pronunció un importante discurso político.
La época de la Restauración desde el Desastre del 98 a la II República.
El personaje que más influencia ha tenido en el pensamiento y la política del siglo XX.
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