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Emperador de Alemania, rey de Bohemia y de Hungría (Alcalá de Henares, 1503 - Viena, 1564). Hijo de Felipe de Habsburgo y de Juana de Aragón; nieto, por tanto, de los Reyes Católicos, y hermano de Carlos el emperador . De los 61 años de su vida nos interesan singularmente los quince primeros. Hasta su muerte Fernando II
lo consideró su nieto preferido, y jugó un papel importante en los momentos sucesorios, aun cuando, por razón de su edad, pasivo. En efecto, el joven don Fernando concitó esperanzas y ambiciones. Su educación y formación fue exclusivamente española, contrastando con la de su hermano primogénito —que fue flamenca, bajo la tutela efectiva de su otro abuelo, Maximiliano I de Austria.
La afición que por él experimentaba el Rey Católico queda de manifiesto en sus testamentos, especialmente en los de Burgos de 2-V-1512 y en el de Aranda de Duero de 26-IV-1515. Del primero nos dice Galíndez de Carvajal en sus Anales breves que «dejó por gobernador de estos reinos al infante don Fernando, su nieto, que él quería mucho e tenía voluntad que tuviese los tres maestrazgos después de sus días, porque nunca creyó que el príncipe don Carlos viniera a estos reinos». En el testamento de Aranda reincide en estos puntos de vista, y en su cláusula 30ª le confía el gobierno de los reinos de Aragón en ausencia de su hermano don Carlos, y en la 32ª, bajo las mismas condiciones, el gobierno de Castilla.
La voluntad fernandina, en la que pudo trascender, formó el bosquejo de un verdadero partido del Infante, que hizo muy a pesar suyo rectificar a última hora la voluntad del rey de Aragón; y al suscribir, en las últimas horas de su vida, su último testamento, el de Madrigalejo, de 22-I-1516, en que la figura del infante don Fernando desaparece salvo para la concesión de determinadas rentas queda nítidamente expresada la plena autoridad del príncipe don Carlos sobre reinos y maestrazgos, y nombrados como regentes, hasta su llegada a las Españas, los arzobispos de Toledo, el cardenal Cisneros, y de Zaragoza y Valencia, su hijo Alonso de Aragón .
Sin embargo, el infante don Fernando siguió conservando cierta popularidad, y más cuando la llegada del nuevo rey Carlos a la península y los flamencos de su cortejo decepcionaron, inicialmente, mucho. La tensa situación, que acabaría desembocando en Castilla en la guerra de las Comunidades, la cortó radicalmente el rey Carlos ordenando a su hermano que abandonase las tierras españolas y marchase a Flandes; muy pronto le haría olvidar a don Fernando el punto de violencia de su primer encuentro, confiándole gobiernos en Alemania, responsabilidades en Bohemia y Hungría, y convirtiéndolo en su alter ego en los asuntos germánicos. Nunca más volvió don Fernando a su tierra natal.
Quizá fuera la Corona aragonesa la que más sintiera la adhesión hacia el infante don Fernando, y no por razones sentimentales, sino estrictamente jurídicas, dada la personalidad que en el reino y Corona tenía la figura del primogénito; y no olvidemos que don Fernando fue heredero de don Carlos hasta el nacimiento del príncipe don Felipe , en el todavía lejano mayo de 1527. Ésa es una de las causas de las largas Cortes
de Zaragoza de 1518, y de las de Barcelona de 1519.
• Bibliog.:
Argensola, B. Leonardo de: Anales de Aragón; Zaragoza, 1630.
Galíndez de Sandoval, L.: Anales breves del reinado de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel; B.A.E., t. 70, Madrid.
Gomer de Mercado y de Miguel, F.: Dogmas nacionales del Rey Católico; Madrid, 1953.
Sandoval, Prudencio de: Historia del emperador Carlos V; Madrid, 1846.
El siglo más convulso provocará el final de los privilegios del reino.
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