(Zaragoza, 1503 - id., 1544). Platero de Zaragoza. Es, sin duda, el más oído de los artistas de la platería aragonesa del Renacimiento
, por haber sido autor de la custodia
de La Seo
de Zaragoza. Fue hijo del herrero francés del mismo nombre y de María Carreño, habitantes en Zaragoza en el barrio de los franceses. Se inició en el oficio de platero con distintos maestros zaragozanos, entre ellos Juan Sánchez, con cuya familia emparentó y mantuvo siempre unión. Casó con Catalina Sánchez, de la que tenía, en el año de morir, cinco hijos de los que sólo el mayor, Jaime, seguirá el oficio de platero. Su primera obra documentada (1531) es ya un encargo de extraordinaria responsabilidad: una custodia de plata para el Pilar
, en el acuerdo se le pide visitar las más famosas custodias españolas y superarlas en sus trazas y labra. El contrato fue rescindido un año después, pero Lamaisón labró para esta obra una parte, que pesó cien marcos de plata. En 1532 debió de hacer una cruz para Torre las Arcas
(T.), y en 1535 otra para Botaya
(H.), hoy desaparecidas. En 1537 contrata la realización de la custodia de La Seo de Zaragoza, y años después acuerda con Damián Forment que éste haga los modelos de cuarenta figuras que deben ir en la custodia; en 1541 ya estaba terminada, pero los pagos se dilatan hasta 1543. En esta obra utilizó la experiencia y la plata labrada anteriormente para la custodia del Pilar. Entre 1542 y 1544 realiza el busto
de Santa Pantaria de La Almunia
y termina el de Santa Ana de Cariñena
, que había empezado Pelegrín de Tapias; ambos son muy similares de forma y ejecución.
Es Pedro Lamaisón -en la época de su trabajo conocido, 1531-1544- un artista de la misma altura de los plateros españoles de mayor categoría, como Antonio de Arfe, los Becerril o Juan Ruiz el Vandalino; incorpora a su obra todo el gusto italiano dominante del grutesco, con motivos profanos, así como la más cuidada ejecución arquitectónica y estudio de proporciones. Es de notar que además de los trabajos frecuentes en los plateros, de los que las cruces procesionales ya eran encargo muy importante, las obras conocidas de Lamaisón son arquitectónicas y escultóricas. Arquitectónicamente, la custodia está en la línea de la más pura teoría renacentista, sometiendo la estructura a las proporciones del número áureo, y subordinando las de las partes al conjunto del todo según unas progresiones que en su tiempo se llamaron «duplasesquiáltera». En la ornamentación lo vemos declaradamente plateresco, más fino y cuatrocentista en el trabajo que realizó en 1531, y más tradicional hispánico después, etapa en la que es esencial el contacto con Damián Forment que a la sazón dirigía el retablo de Santo Domingo de la Calzada (Logroño). En la escultura de bustos se muestra quizá más hierático de lo que podíamos esperar; tal vez no era en ese momento el mejor especialista zaragozano en esta faceta de la platería.
• Bibliog.: San Vicente, A.: La platería de Zaragoza en el bajo renacimiento (1545-1599); Pórtico, Zaragoza, 1976.
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