Durante el período visigótico no aparecen obras de alquimia, solamente las Etimologías de San Isidoro
, por su carácter enciclopédico, están informadas de estos conceptos e influyen en Aragón principalmente a través de San Braulio
.
En la España islámica se da una floración tanto de la alquimia especulativa como de las industrias derivadas (fabricación de perfumes, jabones, cosméticos, etc.) que constituyen el origen y razón de ser de las teorías. Las obras de Avempace , Pedro Alfonso
y otros eruditos, están informadas de las ideas alquímicas sobre constitución y evolución de la materia. Las traducciones de obras árabes realizadas en las escuelas de traductores españolas, entre ellas la de Zaragoza, determinaron la difusión de esta ciencia por Europa.
Al finalizar el s. XIII la mentalidad evolucionó hacia un escolasticismo racional y aparecen libros de alquimia de características muy superiores a las traducciones árabes. Las dos figuras más importantes en la Alquimia de este siglo son: Arnaldo de Vilanova y Raimundo Lulio. El primero fue la personalidad más influyente en la sociedad de su época, nacido en Villanueva de Jiloca
(Z.), alrededor de 1240, en el seno de una familia humilde, se educó en los dominicos y posteriormente estudió medicina en Nápoles, en cuya profesión alcanzó curaciones espectaculares. Arnaldo fue además astrólogo, alquimista, polemista, reformador social y diplomático, siendo uno de los hombres con más prestigio en los círculos alquímicos. El éxito en la curación de Pedro III de Aragón
le valió un castillo en Tarragona y una cátedra en Montpelier, donde al poco tiempo se acreditó como uno de los profesores de más prestigio y con ideas renovadoras. Éstas le acarrearon muchos sinsabores y finalmente un proceso del Santo Oficio. Un oportuno cálculo biliar padecido por el pontífice Bonifacio VIII y su espectacular curación por nuestro alquimista le libraron de todas sus dificultades. Murió durante la travesía de Nápoles a Génova en 1311. Se le atribuyen más de un centenar de obras entre las que están: Thesaurus thesaurum et rosarius philosophorum, Novum lumen, Sigila duodecim prototidem celestibus signis, Flos florum, Epistola super alquimiam ad regem Napolitanum y Capitula austrologicae de judici infirmistatum secundum motum planetarum. En ellas recalca la importancia del estudio de las ciencias naturales y el valor de la experimentación.
Raimundo Lulio (Palma de Mallorca, 1235) fue discípulo y seguidor de Arnaldo. Hijo de uno de los caballeros que acompañaron a Jaime I en la conquista de la isla, se educó en su corte destacando por su vida licenciosa. A los treinta años a causa de una crisis espiritual decide consagrarse al estudio y a la evangelización de los musulmanes. En 1315, durante una misión en Bujía (Túnez), fue lapidado por la multitud a quien predicaba, de cuyas resultas falleció. Creó una escuela filosófica muy influyente caracterizada por una lógica firme con muy pocas alegorías y enigmas. En 1356 Eymerich
, Inquisidor General de Aragón, persiguió la doctrina de Lulio y quemó sus obras, a pesar de lo cual se conservan más de quinientas, si bien hoy se consideran apócrifas en su totalidad y se atribuyen a sus discípulos.
Las artes transmutatorias fueron protegidas por los reyes Pedro IV , Juan I
y Martín el Humano
. Por las cartas de Pedro IV se conoce que el maestro Angel Villafranca tuvo éxito en una transmutación realizada en Tortosa en el último tercio del s. XIV. Otro alquimista Jaime Lustrach, trabajó para Juan I y, a su muerte, para su sucesor Martín el Humano quien, cansado de esperar resultados tangibles del trabajo de su protegido, lo mandó encarcelar convencido de que era «obra de vanidad digna de ejemplar castigo».
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