(Num.). La antigua moneda de Aragón fue del sistema de vellón en los siglos XI y XII, basado en el sueldo y la libra. Se conoce una rara moneda de oro de Sancho Ramírez
(1063-1094), llamada «mancuso
» en los documentos; de este rey son las primeras acuñaciones seguras aragonesas, aunque es muy posible, como veremos, que Ramiro I
emitiera ya monedas de vellón.
El más antiguo de los dineros jaqueses conocidos es una pieza de aspecto muy semejante a los navarros donde dice naiara (Nájera), que tiene por un lado los mismos busto y leyenda (garcia rex) de la moneda citada, correspondiente a García III
y a la ceca aludida, y por el otro idéntica cruz que el repetido dinero najerense y que el de Sancho III
el Mayor de la misma localidad, salvo que en el aragonés la cruz divide en dos partes la leyenda, que ahora dice: ara-gon, demostrando una ocupación de tierras aragonesas por García el de Nájera
durante un tiempo que no debió de ser muy largo. De la existencia de esta pieza podemos deducir que, si hubo monedas de Fernando I como rey de León y de Castilla y de García III como soberano de Nájera, tuvo que haberlas también de su hermano Ramiro como rey de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, demostrándose la descentralización de Nájera-Jaca, y pudiendo haber moneda en los estados de Ramiro. Por consiguiente, la ceca de Jaca trabajó para el rey navarro.
Se iniciaron las emisiones en Jaca, figurando el nombre de la ciudad o el de Aragón con el de sancius rex. La moneda jaquesa se acuñó por sus sucesores también en otras ciudades como en Monzón , por Pedro I
y, abundantemente, por Alfonso I
con las leyendas anfus san(cii) rex y aragonensis alrededor de una cruz latina; hay documentos correspondientes a Ramiro II
y a su moneda jaquesa. Además de estos dineros, llamados «sanchetes», circularon también monedas de los países vecinos como los sueldos «morlanes», de Morlán, en el vizcondado de Bearne, y otras de Barcelona -independientemente de la moneda árabe de oro con la que debe relacionarse el ya citado mancuso de oro de Sancho Ramírez.
A partir de Alfonso II se siguieron acuñando dineros de tipo jaqués, aunque en 1086 se le llame «moneda jaquesa nova», con óbolos o «miajas
» como divisores; se conoce una concesión del diezmo de la acuñación a la catedral de Huesca
. Pedro II
no alteró las acuñaciones, pero creó el impuesto de monedaje
o maravedí que se pagaba para que tal cosa no sucediese y por el que lucharon constantemente los aragoneses. A fines del siglo XII circulaba como moneda de uso normal el vellón en dineros y en óbolos, más los morabetinos de oro árabes o castellanos y piezas diversas de Castilla, Bearne y Cataluña; frente a este hecho Pedro II dispuso que solamente circulase la moneda jaquesa y que las demás se tasasen sobre ella.
Siguió la ceca de Jaca acuñando, sustituida efímeramente por Jaime II
por la de Sariñena
, mucho más al sur; la moneda jaquesa circulaba en Lérida y Tortosa; finalmente, Pedro IV
(1336- 1387) instaló la ceca en Zaragoza. Antes, Jaime I
había intentado repetidamente alterar la moneda, a lo que se opusieron las Cortes
; la conquista de Valencia y la acuñación de monedas propias de este reino le permitieron introducir vellones con ley de tres dineros o de tern (tres marcos de cobre y uno de plata); se aceptó de mala gana tal moneda, pues conocemos disposiciones que multan a quienes rehusaban recibirla, y numerosas falsificaciones de esta parva moneda. El monopolio de la moneda jaquesa quedó roto por la introducción del florín
acuñado en Perpiñán por Pedro IV, aunque siguió la acuñación del vellón.
• Bibliog.:
Beltrán, Pío: «Los dineros jaqueses, su evolución y su desaparición»; Obra completa, II, pp. 397-584 (varios artículos).
Beltrán, Antonio: XXV siglos de Numismática Española; México, 1978.
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