Los frutales son un cultivo tradicional aragonés, siendo manzano
, peral
, melocotonero
cerezo
y ciruelo
las especies que ocupan la práctica totalidad de la superficie dedicada a la obtención de frutas frescas.
La producción frutícola aragonesa provenía de árboles diseminados con gran heterogeneidad en los tipos de fruta que presentaban al mercado y con rendimientos irregulares y que en cualquier caso sólo era un complemento de la economía del agricultor en años favorables. Por la influencia de la fruticultura de Lérida, se inicia en el valle del Cinca el cultivo frutal en plantaciones regulares, con el empleo de variedades y técnicas culturales modernas que permiten altos rendimientos económicos.
Ya desde los años sesenta se ha extendido el cultivo moderno del frutal a los regadíos viejos del Ebro y afluentes, pudiéndose destacar tres comarcas: valle del Cinca (Fraga, Tamarite, etc.), valle del Jalón (La Almunia, Épila, etc.) y Bajo Aragón
(Calanda, Caspe, Mequinenza, etc.). La superficie y producciones en 1998 superaron las 110.716 hectáreas y las 572.269 Tm. De dichas superficies el 62 % son tierras de secano y el resto en regadío. No obstante, en el secano solamente destacan dos especies: el almendro y el cerezo. El almendro
ocupa el 90’5 % de los frutales de secano y el 57’5 % del total, el resto de frutales son por orden de importancia el melocotonero, el manzano, el peral (todos en regadío) y el cerezo en secano. La provincia de Zaragoza es la que mayor superficie de frutales ocupa, el 58 % del total de Aragón, le sigue Huesca con el 25 y Teruel con el 17 %. En Zaragoza y Huesca los frutales de regadío son los que ocupan una mayor extensión y mayor producción de rendimientos por hectárea, mientras que en Teruel es el almendro el cultivo que ocupa mayor superficie, seguido a gran distancia por el melocotonero, este último en el Bajo Aragón.
La producción total en el último año que se dispone de información (1998) fue de 572.269 Tm. (321.647 Tm. en 1975) con un rendimiento de 12. 658 Kg./ha. en regadío y 537 Kg./ha. en secano. Pero las producciones frutícolas son muy dispares de unos años a otros, así tenemos años de fuertes producciones que plantean graves problemas de comercialización por saturación del mercado, frente a otros muy reducidos por factores climáticos. El clima , concretamente las heladas tardías, constituyen uno de los principales condicionantes del sector frutícola. Las heladas (principalmente en el Jalón) y el pedrisco son accidentes climatológicos que afectan gravemente a la fruticultura regional; es de suponer que la ampliación del seguro agrario combinado pueda, para el agricultor, paliar sus efectos. El desarrollo de industrias de transformación (zumos, mermeladas, etc.) evitaría en gran medida este problema, estabilizando, en parte, los ingresos de los fruticultores.
En plantaciones regulares las variedades más frecuentes son: En manzano, Golden Delicius y Starking, con tendencia a que esta última variedad quede únicamente como polinizadora. En peral, Limonera, Ercolini y Blanquilla, con tendencia a Blanquilla y Roma quedando las otras como polinizadoras. En melocotonero se están desplazando las variedades americanas de carne blanda por otras de carne dura. Calanda, Campiel y Maluenda como tardías, Sudamell y San Lorenzo de recolección de agosto, y Vesubios y Dixón de recogida en julio. Es una especie en franca expansión en las comarcas más cálidas, una vez superados en parte los problemas de clorosis con portainjertos adecuados. En cerezo son de mayor interés Burlat (temprana), Van, Bing, Tardía de Vignole y Ampurdanesa. En ciruelo, Reina Claudia Verde polinizada con Tolosa y Althal. Se han incrementado las plantaciones de las dos últimas especies destacando en cerezos las zonas de los secanos de Illueca, Sabiñán, etc., y en ciruelo Fabara, Nonaspe y la comarca de Calatayud.
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