(Hist. Mod.) A la muerte de algún miembro de la familia real se enviaba a las distintas ciudades y villas del reino una carta notificando el óbito y mandando se ejecutasen «las honras, lutos y exequias que en tales casos se acostumbran». Recibida la misiva en Zaragoza, el corregidor, los regidores y secretario se vestían de luto y mandaban se tocasen las campanas por tres días consecutivos: a la mañana, al mediodía y por la noche. Por la ciudad, dos capitulares daban el pésame al cabildo y al comandante general o al virrey.
Se nombraba una junta para la organización de las exequias, que duraban dos días y se concretaban para un mes más tarde de la notificación. Se realizaban dos capelardentes , a concurso público, uno para la plaza del Mercado y otro para la Seo
, que serán los lugares del duelo. Se comunicaba a los diferentes barrios y lugares del señorío de Zaragoza, por parte del secretario de la ciudad, de la relación de enlutados que para las procesiones deben enviar: San Mateo, 8; Leciñena, 10; La Muela, 4; Perdiguera, 15; Villamayor, 25; Utebo, 8; Villanueva, 15; Alagón, 40; La Puebla, 10; Longares, 15; Zuera, 22; El Burgo, 4; Peñaflor, 10; Pastriz, 8; Monzalbarba, 8.
En la Lonja comenzaba la procesión, que iba en dos filas con los enlutados venidos de los pueblos, luego los barrios y lugares de la ciudad, parroquias, ciudadanos desde la bolsa quinta a la de en cap, nobles y caballeros, y si estaba el virrey se le recibía en la calle de la Cuchillería y se le colocaba entre el corregidor y el decano del Ayuntamiento. La procesión de duelo recorría las calles del Pilar, plaza del Pilar, Sombrerería, Platería, Virgen del Rosario, Cuchillería, para llegar a la Seo y en el túmulo cantar las vísperas de Difuntos.
Al día siguiente se celebra una misa y oración fúnebre y se leerá el sermón de exequias, encargado a una personalidad de la vida ciudadana. Con todo el ceremonial de exequias, actos, oraciones y sermón, se confeccionaba un libro. En ocasiones la Universidad convocará certámenes poéticos; como fue el caso de las exequias de Felipe I de Aragón, en el que fueron seis los convocados, con premios que oscilaban entre los Anales de Zurita
y varios metros de paño.
En todas las villas se celebraban exequias, aunque no con tanta pompa, y en algunas se han recogido en sus Ordinaciones, como es el caso de Ejea, que en 1698 estipulaba la cantidad que deben percibir el justicia y los jurados para comprar el paño de luto, y el tiempo que se establece para llevarlo.
Algunas de las exequias celebradas son: en 1493, por el infante don Juan; en 1516 las de Fernando el Católico , en cuya procesión participaron más de dos mil enlutados; en 1555, por Juana I, madre del emperador; en 1558, las del emperador Carlos
; en 1598 las de Felipe I, el 11 y 12 de mayo de 1621, por Felipe II
; el 27-28 de noviembre de 1644, las de Isabel de Borbón; en 1665, las de Felipe III
; el 56 de diciembre de 1700, las de Carlos II
.
• Bibliog.:
Vidal, Lamberto: Políticas ceremonias de la Imperial Ciudad de Zaragoza; Pascual Bueno, impresor, Zaragoza, 1717.
Solano, F. y Armillas, J. A.: Historia de Zaragoza; Edad Moderna, tomo II, Zaragoza, 1976.
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