(Bracara Augusta, ? - Zaragoza, h. 303). Mencionada por el poeta Prudencio entre los mártires de Zaragoza víctimas de la persecución decretada por el emperador romano Diocleciano en el 303. Al parecer, se hallaba en Zaragoza de paso hacia la Galia Narbonense, cuando sobrevino la orden persecutoria contra los cristianos, por los cuales intercedió ante la autoridad romana, haciéndose ella misma reo de tortura. Le fueron aplicados los métodos que las leyes imperiales señalaban para los casos de crimen o para obtener confesiones. Así, se le arañaron las carnes con garfios, se le cortó el pecho y estuvo a punto de ser decapitada. La tradición conserva la columna en la que fue azotada y el clavo que se dice atravesó su cabeza, en la iglesia parroquial consagrada a la santa, en Zaragoza. En la misma se guardan dos sarcófagos constantinianos, de los cuales uno era tenido por sepulcro de la santa y de San Lupercio y el otro contendría los restos de los diecisiete mártires
. La crítica actual niega esta atribución.
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