La Ley Moyano de 1857 ordenaba la apertura de escuelas para adultos, en las que aprendieran a leer, a escribir y algunos otros conocimientos aquellos hombres mayores de quince años que lo desearan. Para ello se establecieron las escuelas nocturnas de adultos y las dominicales.
La acción oficial tendió en Aragón a abrir y mantener las primeras, mientras que organismos privados sostuvieron las segundas. Fueron, principalmente, entidades católicas quienes, ya en la década de 1880 e incluso antes, sostuvieron centros de este tipo. En ellos se enseñaron doctrina católica, lectura y escritura; se practicaban regularmente actividades religiosas, como la comunión colectiva. La Escuela de Artes y Oficios organizó en las primeras décadas del siglo XX conferencias dominicales para la clase obrera sobre temas de cultura general.
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