Celebrada en Zaragoza durante el Centenario de los Sitios en 1908, era la segunda que se organizaba en España de carácter nacional; la primera fue en Sevilla, cuatro años antes. La finalidad de estas asambleas, según sus propias declaraciones, consistía en promover los intereses de la fe católica en España por medio de la prensa. La organización de aquéllas corría a cargo de la Iglesia, en colaboración con la «buena prensa» —es decir, la de la institución eclesiástica. Se declaraban apolíticas, aunque reconocían la importancia que tenía toda actividad de esa naturaleza.
Desde un principio, los organizadores estuvieron de acuerdo en que la Asamblea de Zaragoza dejara en segundo término los problemas de orden teórico, suficientemente tratados en Sevilla, abordando los problemas de carácter práctico. Entre los miembros más destacados de la junta organizadora figuraron Florencio Jardiel , que era el presidente; Luis Mendizábal
, vicepresidente y catedrático de universidad; Inocencio Jiménez
, Santiago Guallar
, Francisco Casajús, y otros. Se organizaron juntas de propaganda en todas las diócesis de España, dirigidas por los propios obispos, a fin de conseguir el mayor número de suscripciones; éstas fueron 1.033 en la diócesis de Zaragoza, 408 en otras, y 16 domiciliadas en el extranjero.
La Asamblea dividió su trabajo en tres secciones: propaganda, fomento, y una tercera que debería estudiar alguna forma de organización para los periodistas católicos. La conclusión más importante de la Asamblea fue la de crear una agencia nacional e internacional de información para servicio de la prensa católica española. Otras conclusiones: publicación de hojas parroquiales en todas las diócesis; recomendación de publicar diarios para obreros; propaganda contra los artículos comerciales anunciados en la «mala prensa», recomendación de que los católicos no pertenecieran a círculos donde se recibieran aquellas publicaciones; creación de una sociedad de periodistas que hiciesen profesión de fe católica. En general, todas las iniciativas por realizar y organizaciones que crear se ponían bajo la vigilancia e iniciativa de los obispos en cada diócesis. Se acordó celebrar una próxima asamblea en 1911.
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