Esta sociedad tiene su origen en el taller de fabricación de espejos que instaló, en 1876, en Zaragoza, Basilio Paraíso , en sociedad con Tomás Calandra. Tras introducir nuevas técnicas de manipulación de vidrio
, que ya habían sido utilizadas en otros países europeos, la industria adquiere una extraordinaria expansión y en 1885 contaba ya con 400 agentes de ventas; a final de siglo los talleres de manufacturado llegaban a ocupar una extensión de 3.000 m.2 en el camino de los Cubos (actual calle Dr. Cerrada).
La Veneciana, desde sus inicios, había mantenido relaciones con la compañía francesa Saint-Gobain, lo cual le permitió disponer de asistencia técnica y de una posición privilegiada en el mercado español por la tecnología que utilizaba, que le permitió en 1924 superar la cifra de negocio de tres millones de pesetas y obtener unos beneficios brutos de 950.000 pesetas. Al año siguiente, La Veneciana se transforma en una sociedad anónima en la que el 90 % del capital pertenece a la familia Paraíso (Basilio Paraíso Lasús sería presidente honorario y su hijo Basilio Paraíso Labad presidente ejecutivo), aunque con el transcurso del tiempo y la desaparición sin sucesores de los Paraíso, la participación de capital extranjero de la Saint-Gobain iría aumentando hasta alcanzar en 1968 el 51% del capital. Muchos años antes, ya en 1935, la sede de La Veneciana había sido trasladada a Madrid. La fábrica de Zaragoza, que llegó a tener 350 obreros y 70 empleados, fue también cerrada y sus talleres e instalaciones se traspasaron a la sociedad Instalaza, S. A.
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