(Ling.) El vasco, lengua no indoeuropea , es la única de las habladas antes de la llegada de los romanos, que sobrevivió a la latinización de la Península Ibérica. Aunque actualmente su territorio está reducido a la región vascongada y norte de Navarra, en la Edad Antigua su extensión fue mucho mayor ( lenguas
prerromanas).
Por lo que se refiere a Aragón, conservamos un texto epigráfico del siglo I de nuestra era, hallado en la Alta Ribagorza, cerca de Las Paúles (H.), que contiene nombres de raíz vasca, y también algunas características morfológicas de esta misma lengua. Asimismo el estudio de la toponimia revela que las hablas vascas —diferentes, sin duda, de los dialectos actuales— ocuparon todo el norte de la región, pudiendo situarse el límite sur en las Cinco Villas zaragozanas, Hoyas de Huesca y Barbastro, y La Litera. La zona que conserva un mayor número de macrotopónimos de aspecto vascoide es el Viejo Aragón (70 %), seguida de la Sierra de Guara (50 %), Sobrarbe (40 %) y Ribagorza (30 %). Algunos de esos macrotopónimos con sus microtopónimos son: Abay, Ab, Aínsa, Aísa (Abi, Anai, Arrasico, Astún, Estarrún); Ansó (Achar, Acherito, Berdoloqui, Mardoqui, Quimboa, Linza, Urzanqui, Zuriza); Aragüés (Bisaurín, Lizara); Arro, Ascara, Ascaso, Badaín, Bagüeste, Basarán, Belarra, Belsierre, Bisaurri, Borau, Botaya, Cartirana (Aurín, Güe); Cenarbe, Echo (Agüerri, Guarrinza, Jaín, Lacherito, Lusarre, Oza); Ejea, Embún (Lusierre, Lebur); Eriste, Escartín, Escuaín, Escuer, Espierba (Astazu, Barrosa, Lalarri, Lasicuerri, Sisco, Urdiceto); Espierre, Gistaín, Gistau (Escarbo, Estigüés, Lardana, Lasimierre, Lisier, Plandescún, Seín); Isarre, Javierre, Jaca, Jasa, Laguarres, Lárrede, Larrés, Lascuarre, Ligüerre, Luesia, Navaín, Obarra, Orós, Orús, Otal, Otín, Oto, Sarsa, Torla, Yeba, Yéspola, Yeste, Yosa.
En cuanto a su duración cronológica, sólo se puede dar una fecha aproximada de su definitiva desaparición, siendo ésta, con casi toda seguridad, la primera mitad del siglo X. La romanización no se produjo de forma repentina, sino que existió un largo período de bilingüismo, que puede comprobarse porque las vocales e, o de numerosos topónimos prerromanos reciben el mismo tratamiento que las latinas, es decir, diptongan, así como por otras similitudes en el consonantismo y en el vocabulario del altoaragonés ( vasquismos ). Hay que tener en cuenta que en estas zonas pirenaicas las lenguas, además de fronteras geográficas, tienen fronteras sociales, de manera que las capas altas de la sociedad de aquel tiempo (nobles, clérigos, notarios), hablarían tempranamente latín, mientras que los siervos, pastores y labradores permanecerían durante generaciones fieles a la lengua vasca que, poco a poco, iría retrocediendo también geográficamente, hasta recluirse en los valles más altos e inaccesibles.
• Bibliog.: Corominas, J.: «La survivance du basque jusqu’au bus moyen age», en Estudis de Toponimia Catalana, 1, 1965, pp. 93151. ID.: «Una inscripció en basc ribagorçà del segle I, amb dos ideogrames», en Entre dos llenguatges, II, Barcelona, 1976, pp. 132-141. Menéndez Pidal, R.: Toponimia prerrománica hispana, Madrid, 1952. Michelena, L. «De onomástica aquitana», Pirineos, 10, 1954, pp. 409-455.
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