Firmado en enero de 1135 entre Ramiro II el Monje y García Ramírez el Restaurador, rey de Navarra (1134-1150), para solucionar los problemas de sucesión. Ambos se prohijaban, acordando que el sobreviviente heredaría al difunto. Sólo tuvo vigencia hasta el mes de mayo siguiente, lo que en parte obligó al rey aragonés a contraer matrimonio para tener un hijo a quien transmitir el reino.
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