Facción religioso-política de la vida española en la tercera década del siglo XIX, con raíces en el partido servil de las Cortes de 1812 y, paradójicamente, en los afrancesados
. Se caracteriza por un frenético anticonstitucionalismo y defensa a ultranza de la Inquisición
, y por su violencia guerrillera rural, apoyada en el bajo clero, al modo bélico de la guerra de la Independencia
. Nace como reacción inmediata y violenta a la política eclesiástica del régimen constitucional, que rebaja los privilegios de la Iglesia y ordena enseñar, jurar y propagar desde el púlpito la Constitución
.
En Zaragoza el primer síntoma será en mayo de 1820: algunos vecinos del Arrabal y de la Magdalena intentar quitar la placa dedicada a la Constitución y colocada en la plaza de su mismo nombre —ahora «de España»—. Los liberales acusan al arzobispo de Zaragoza, don Manuel Vicente, de haber fraguado el suceso; el prelado ha de hacer una explicación pública desmintiéndolo y aceptando la Constitución; mientras, el Ejército ha de salvarle del asalto al palacio arzobispal. Se procesan como autores a Pedro Gutiérrez y Fernando Diego «el Pulga». No obstante, Zaragoza mantiene una línea liberal, apoyada en su capitanía general
y en su fuerte Milicia Nacional
, pese a que a partir de 1823 ésta sea sustituida por los Voluntarios Realistas
, que agrupan a los apostólicos exaltados en una organización paramilitar contra-miliciana, con privilegio de paso y armas, y fines de vigilancia y policía; manifestación externa del poder real al margen del Ejército, los Voluntarios llegaron a ser más absolutistas que el propio Fernando VII
, y, por lo tanto, cuna de carlistas
.
Aragón se ve sacudido por las guerrillas apostólicas navarras y catalanas, que acosan sus flancos endureciendo la vida cotidiana; en 1824, en el campo habrá plantes de braceros a causa de los salarios y las tierras abandonadas. Será una guerra civil dislocada y anárquica que impedirá la total recuperación aragonesa después de la ruina producida por la guerra de la Independencia. La guerrilla tiene dos fases: durante el Trienio Constitucional y, después, durante la «década ominosa». En la primera predominan los guerrilleros
navarros y catalanes, el barón de Eroles en Benabarre
; «el Trapense
» en el Pirineo, y Santos Ladrón en la Canal de Berdún
; logran ocupar Huesca
y Jaca
, liberadas por Mina; en la tierra baja, Joaquín Capapé
toma Teruel. En el segundo período, después de 1823, aparte de las guerrillas liberales —bien sujetas por el conde de España, que fue capitán general de Aragón—, la guerrilla apostólica se vuelve paulatinamente contra el propio Fernando VII, sobre todo desde el nombramiento del gobierno moderado del marqués de Casa-Irujo; se produce el levantamiento del general republicano renegado Bessières, que recorre las tierras del Jalón
y Albarracín
, y la sublevación del brigadier Joaquín Capapé, «el Royo de Alcañiz», con cuartel general en Herrera de los Navarros
y conexiones con el infante don Carlos; al parecer fue amnistiado para no tener que procesar al hermano del rey. Proliferan los guerrilleros comarcales, como León Conesa en Belchite
, Fauste en Mequinenza
, y Calmarza
, «el Morretes» y «el Godojos» en Calatayud
y Daroca
.
Los apostólicos no formaron partido coherentemente organizado; fue su estructura difusa, celular y clandestina. Entre sus epígonos aragoneses más destacados figuran el turolense Tadeo Calomarde , ministro de Gracia y Justicia durante varios años, y el borjano mariscal de campo Francisco Chaperón de la Barca, tristemente célebre por su actividad represiva en Madrid.
Los Voluntarios Realistas aragoneses proceden de la nobleza y de la Administración, destacando el conde de Fuentes, que sufragó la caballería que bajo su mando efectuaba paradas dominicales en el zaragozano campo del Sepulcro, en medio del fervor apostólico y de fricciones con el ejército regular; sus jefes: Antonio Nasarre Letosa, el barón de Hervés, Vicente Navarro, el conde de Atarés y el antiguo afrancesado Manuel Adán Trujillo. También un Palafox, el marqués de Lazán , virrey de Navarra, pecó de apostólico.
• Bibliog.:
Rico y Amat, A.: Historia política y parlamentaria de España; Madrid, 1887.
Lafuente, V.: Historia de España (edición de J. Valera, A. Borrego, y A. Pirada); Madrid, 1885.
Suárez, F.: La crisis política en el antiguo régimen de España, 1840; 1958.
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