Primer califa omeya
de Al-Andalus
(912-961) y el mayor soberano de la dinastía; llegó a titularse Califa
, Emir
de los Creyentes y al-Nasir li-Din Allah («Apoyo de la Fe de Dios»). Designado por su abuelo, el emir ´Abd Allah
, anteponiéndolo a sus propios hijos, colmó desde luego la medida que prometía. La primera época de su reinado está dedicada a reducir las graves rebeldías por todo Al-Andalus, y a controlar los señoríos y a contener los avances de asturleoneses y navarros, en campañas victoriosas de 920 y 924, aunque Ramiro II le crea una nueva debilidad, complicada con la traición de parte de su ejército (entre los cuales Fortún de Banu Sabrit
), que provoca el desastre musulmán de Simancas (939). Desaparecen los Banu Qasi
, peligrosamente débiles frente a Pamplona, y la campaña de 924 restaura la zona. Las luchas internas de los Banu Shabrit
. permiten al conde Galindo II
extenderse por el territorium Aragonense
, hasta el nuevo paso de la época taifa
. El mayor control sobre los caciques de la Marca se aprecia desde 931, cuando son todos convocados a Córdoba, para confirmarles personalmente en sus gobiernos y exigirles formalmente que participen en las campañas oficiales y envíen un tanto de los impuestos; ante esto se van alzando todos desde 933, y el califa les ataca en persona en 934 y 935, sin que se restablezca la obediencia hasta 937: toma por asalto Calatayud y luego rinde Zaragoza, al cuarto mes de asedio, imponiendo duras condiciones a los Tuyibíes
, y sobre todo a su jefe, Muhammad (2.°) al-Tuyibi
, pero previendo, si las cumplía, que volvería a gobernar Zaragoza, aunque ya con cláusulas exactas; así se reincorporó en 938 y tras ser rescatado de León en 941, manteniéndose desde entonces en total lealtad a Córdoba, como también los Banu Sabrit. Ahora la Marca, bajo esas cláusulas, funciona como un «protectorado» bien regulado y pacífico, aunque el califa envió a sus propios funcionarios para misiones de control y solución de litigios. Las luchas dinásticas tras la muerte de Ramiro II (950) y la fuerza del califato otorgan a Al-Andalus una proyección hegemónica en la Península e internacionalmente, que dura hasta comienzos del siglo XI.
• Bibliog.:
Chalmeta, P.: «El estado cordobés y el Mediterráneo septentrional»; II Congreso Culturas Mediterráneo Occidental, Actas, Barcelona, 1978.
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